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Algunas esculturas del Parque del Buen Retiro

El Monumento al Ángel Caído es una obra realizada por Ricardo Bellver I Ramón (1845 – 1924) en 1878. Se trata de un grupo escultórico independiente de una arquitectura, pues cuenta con un espacio propio al estar situada en el centro de una glorieta que lleva su nombre en el Parque del Buen Retiro.
El tema principal es Lucifer, quien según la tradición cristiana había sido una vez un ángel (de ahí que su nombre signifique “portador de la luz” en latín) que cayó en desgracia por rebelarse contra Dios debido a su soberbia, el más grave de los pecados capitales. Esta es la razón por la que Bellver realizó un fuerte contraposto en tensión, ya que el diablo está contorsionado sobre una roca mientras extiende sus alas y una serpiente se enroca en su cuerpo; de esta manera, se muestra cómo la obra sigue una composición en diagonal. Además, Bellver esculpió unos rasgos faciales muy expresivos, capaces de transmitir angustia, miedo e ira. Con todo ello se conseguía el movimiento y una gran intensidad dramática propios del estilo del Romanticismo. Sin embargo, el Romanticismo en España estuvo marcado por el la influencia de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, por lo que la composición dinámica y la anatomía hace referencia a la Antigüedad. Así, esta obra, como todas las románticas españolas, está marcada por un corte neoclasicista, pues muestra las mismas características que el Laocoonte del siglo I a.C., de época romana.
El Monumento al Ángel Caído no estuvo concebido inicialmente para ser expuesto en el Retiro. Bellver produjo esta obra durante su pensionado en la Academia de Bellas Artes Española en Roma. Debido a las buenas críticas que recibió, su autor decidió presentarla a la Exposición Nacional de Bellas Artes en Madrid, donde triunfó. Gracias a este éxito, la Academia de Roma reclamó su elaboración para ser presentada en la Exposición Universal de París, motivo por el que se realizó en bronce (únicamente aceptaban esculturas en mármol o bronce). Finalmente, en 1885, se decidió encargar un pedestal al arquitecto Francisco Jareño para que el monumento fuese instalado en su ubicación actual, donde antes se encontraba la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro.


La siguiente escultura que se analiza es el Monumento al General Martínez Campos, por Mariano Benlliure (1862 – 1947) en 1907. El conjunto escultórico se encuentra en la Plaza de Guatemala del Parque del Buen Retiro, donde anteriormente ya había estado una fuente conocida como “fuente de los cisnes”. Se trata de una estatua ecuestre del militar en bronce, cuya característica más llamativa es cómo el autor ha sido capaz de captar al general no en un tenso momento de guerra o regresando victorioso, sino en un instante en que se muestra cansado y a la vez mantiene una actitud recia y elegante; por tanto, es una figura cargada de cierta connotación humanística. La estatua de Martínez Campos se halla sobre un primer basamento en granito que se alza desde la calma del agua y después hay piedras calizas que simulan un acantilado, en las cuales hay unos soldados que luchan, pero que parecen surgir de la propia roca, como si no se hubiesen terminado de tallar, siguiendo la "técnica del non-finito" (que ya utilizaba Miguel Ángel en Los esclavos) . Junto a las rocas y sobre el basamento hay otro grupo escultórico de bronce que constituye un trofeo, formado por objetos de la batalla: un estandarte, una bandera, armas y un tambor. Además, sobre las rocas aparecen en el alzado principal una serie de inscripciones: “ARSENIO MARTÍNEZ CAMPOS, CAPITÁN DEL EJÉRCITO ESPAÑOL. 14 DICIEMBRE 1831 – 23 SEPTIEMBRE 1900”; “ÁFRICA / 1859 – 1860”; “INAUGURADO / POR S. M. EL REY D. ALFONSO XIII / 28 DE ENERO DE 1907” “CUBA / 1869 – 1870 – 1872 / 1878 – 1895 / CATALUÑA-NORTE / 1873 – 1875, 1874 – 1876”; “ERIGIDO / POR SUSCRIPCIÓN NACIONAL / VOLUNTARIA / INICIADA EL 5 DE DICIEMBRE / DE 1904 POR EL / MARQUÉS DE CABRIÑANA”; y “AL GENERAL / MARTÍNEZ CAMPOS / MODELO DE PATRIOTAS  Y SOLDADOS / ESPAÑA”. 

En estas inscripciones se refleja la historia del protagonista y el propio contexto en el que se realizó. Martínez Campos comenzó a despuntar en el Ejército a las órdenes del General Prim, durante las campañas en África y México. Después de la Revolución del 68, conocida como “la Gloriosa” fue enviado a Cuba, donde consiguió algunos triunfos y ascendió varios puestos. Esto le sirvió para ser nombrado gobernador militar de Cataluña durante la I República, luchando contra republicanos que estaban en contra del golpe de estado del General Pavía. Con él se intentaba mantener a Castelar como presidente del Poder Ejecutivo de la República, pero este lo rechazó por ser un medio antidemocrático. De esta forma, el General Serrano se convirtió en el nuevo presidente, inaugurándose un periodo conocido como la “Dictadura Unitaria”. Sin embargo, el clima de inestabilidad provocó que Martínez Campos diese un golpe de estado en 1874, según el cual proclama la restauración borbónica en España bajo el reinado de Alfonso XII, poniendo fin al Sexenio Democrático. De esta manera, Martínez Campos se convertía en un personaje de vital importancia para Alfonso XII: luchó contra los carlistas en Navarra y Cataluña, firmó la Paz de Zanjón en Cuba y llegó a ser presidente del gobierno en España por el Partido Conservador hasta que fue sustituido por Cánovas del Castillo, cuando Martínez se pasó al bando liberal. Su carrera militar se vio truncada en 1895, pues había sido enviado nuevamente a Cuba para ejercer una política dura que se negó a llevar a cabo, de forma que es relegado del poder.
Toda esta historia canaliza hacia la fecha en la que se decide realizar la obra, 1907, época en la que reinaba Alfonso XIII, hijo del anterior rey. En estos momento se estaba llevando a cabo una política regeneracionista que tratase se sacar al país del pesimismo en que había caído tras el Desastre del 98, con la pérdida de las últimas colonias españolas. Este sentido de renovación de la política también se extendió en algunos casos hasta la cultura y el arte, haciéndose más notable en Barcelona (Cataluña en general), con una clase burguesa enriquecida por la industria, que en Madrid, ya que la influencia de la Academia continuaba siendo un lastre que impedía quitar el tono neoclasicista a todas las obras que se efectuaban. Por otro lado, con motivo de la mayoría de edad de Alfonso XIII, se realizaron multitud de monumentos honoríficos de grandes figuras del pasado, tanto antiguo como reciente (siendo este último caso el del Monumento al General Martínez Campos) como un medio de exaltación nacional. En 1888 la Academia General Militar ya había formulado el deseo de realizar un monumento a Martínez Campos, pero no fue hasta 1906 cuando el Marqués de Cabriñana (como reza el monumento) publicó en los periódicos las listas de suscripción. En estas listas participó los miembros de la Corona de España y del Gobierno, así como el Ejército. De esta forma, se hace un concurso en el que resulta vencedor Mariano Benlliure.


El contexto del Monumento al General Martínez Campos sirve de igual manera a la última obra analizada, el Monumento a Alfonso XII. En este caso, en 1887 la Reina Regente, María Cristina, quiso honrar la memoria de su esposo mandando construir una obra escultórica de grandes dimensiones. Se intentó que el monumento finalizase en 1902, fecha en la que Alfonso XIII llegaba a la mayoría de edad, pero la suscripción nacional no consiguió el suficiente dinero para su realización. El ganador del concurso organizado en 1901, el arquitecto José Grases I Riera, había planteado un grupo escultórico concebido como un espacio arquitectónico, pues se podía pasear por el propio monumento, lo que supone una escultura interactiva con el espectador. Además, sus grandes dimensiones quedaban ampliadas por su reflejo en el estanque del Retiro. 
                                                         
Su proyecto consistía en una escultura ecuestre de Alfonso XII elevada por un alto pedestal de 30 metros desde donde se observase Madrid, la cual estaba rodeada por un semicírculo formado por una doble columna al estilo clásico de la Antigüedad (capiteles jónicos, fustes lisos, friso con guirnaldas y niños y arquitrabe obra del escultor Estany), además de una balaustrada como remate en recuerdo del Renacimiento; desde los extremos de la columnata el monumento se abría al estanque mediante escalinata con muy poca pendiente. 
                    
Una vez realizada la arquitectura del monumento en piedra, se procedió a la elección de escultores. La figura ecuestre del rey en bronce fue erigida por Benlliure, quien repitió la operación que ya había hecho en Martínez Campos: esculpió un rostro sereno y una actitud solemne, dotando a la representación del rey de una gran naturalidad. Después hay una serie de relieves en los que aparecen la Instauración de la Monarquía, por Carbonell, La Paz (en relación al fin de la III Guerra Carlista), de Blay, y la Caridad Real, por Collaut. También hay esculturas alegóricas en bronce y piedra en cada uno de los lados del altísimo pedestal que fueron realizadas por diferentes artistas: la Libertad (Marinas), el Progreso (Trilles) y la Paz (Blay); con ellas se intentaba encumbrar las virtudes del monarca. 
Escultura Izquierda: la Marina; Escultura Derecha: el Ejército








El Monumento a Alfonso XII constituye un espacio en el que reúnen piezas de artistas que siguen diferentes corrientes, desde el Neoclasicismo hasta otras más renovadoras y apartadas de la Academia; hecho que se puede observar comparando las esculturas situadas en el exterior de la entrada central al hemiciclo: la Marina de Inurria, renovadora, y el Ejército de Monstserrat, tradicional. 


Bibliografía: Mª DEL SOCORRO SALVADOR PRIETO: La escultura monumental en Madrid: calles, plazas y jardines públicos (1875 - 1936) (1990). Alpuerto, Madrid

Natalia Gómez García

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